el vacio de una ciudad

el vacio de una ciudad
ese es tal vez el lugar...

martes, 5 de octubre de 2010

Auxílialo y muéstrale la salida.

Enséñale una de estas noches que el amor no vale la pena, de forma muy sutil susúrrale al oído el secreto de esa dama, cuéntale con metáforas que es parte de su juego.

Muéstrale imágenes de la realidad, de esa realidad que el no quiere ni puede ver; regálale una fotografía de su risa lejos de su el.

Sácalo del bache en el que habita para mostrarle su alrededor, para que vea de esa manera que nada es lo que alguna vez fue.

Publícale en los lugares que frecuenta de manera llamativa, que su esperanza es tan inútil como las noches de cocaína.

Llévalo una y otra vez al pasado, para que vea a su reina y la compare con esa cruel señorita que hoy intenta reconquistar. Quizás descubra cuando fue que los momentos se perdieron.

Pon ante sus ojos diversas mujeres que opaquen la figura de quien el tanto amo, regálale besos envueltos en papeles divinos para que al menos sonría de curiosidad.

Si esto no resultase, con una elegante tarjeta de invitación tiéntalo a cualquier bar de la ciudad e invítalo con te clásico (para no llamar la atención)

Háblale de ella refiriéndote a las maravillas del mundo, recurre a los recuerdos para despertar su gran amor, de tal manera que crea haberla reconquistado.

Y cuando halla este hombre recuperado la alegría (que descansaba en su ilusión) introduce sutilmente el cianuro en su taza.

Sin ningún remordimiento levántate despacio y vete, no sientas culpa. El vivió hasta sus últimos minutos haciendo lo que más quería y sabía hacer, pensándola de mil maneras y amándola mucho más…