el vacio de una ciudad

el vacio de una ciudad
ese es tal vez el lugar...

sábado, 21 de agosto de 2010

La ventana

Una brisa que atraviesa la ciudad, se introduce por mi ventada hasta llegar a esa parte que nos caracteriza, la cual nos pone sensibles y por medios de recuerdos, a veces nos hace llorar.
Es inevitable en una tarde como estas, que no vuelva a nosotros algún mínimo recuerdo de nuestra niñez. Por supuesto acompañado de un sentimiento, que puede hacernos desear volver a ese momento, como también puede ser una mala experiencia, la cual si no lo ha hecho seguramente nos hará crecer.
Me asome a la ventana, encontré los marcos salpicados a causa de la garúa, que cada diez minutos, para que el panorama no se vuelva aburrido, se hace notar. Al no ser la visión muy amplia, me atrajo el murmullo de los alrededores, y note que cada ventana tenía una particularidad. En cada una de ellas se lograba ver algo, que por mas insignificante que sea, en mi generaba un repaso sobre alguna situación vivida en otro espacio del tiempo.
Mi situación actual no creo que sea perfecta. Pero, al menos a mi, resulta placentera. La capacidad de poder disfrutar antes las dificultades, siendo humildes a tal punto de poder reírnos sinceramente, incluso de nosotros mismos, me da la pauta de que el camino que transito puede hacerme llegar algún castillo, y porque no soñar con gobernar.
De ese punto, en el infinito, donde se junta el cielo con uno de los edificio de la avenida. Percibo una sensación extraña, que no logro identificarla pero me resulta familiar. Como si apareciera en determinados momentos de mi vida, mostrándome que ya no soy el mismo, y que constantemente todo va cambiando.
Talvez se me considere antisocial, porque en días como este no me interesa el dialogo con nadie, durante días reprimo mis pensamientos, y ante algo insignificante, se generan preguntas y respuestas, que rompen la coraza de soberbia y me logro sincerar.
Comencé queriendo describir la perspectiva que observaba desde mi ventana, y así poder narrar los recuerdos, sueños y sentimientos confusos que esto me generaba. Pero analizando el texto, me encuentro con un juego de palabras. Que talvez posea cosas interesantes, pero no se parece en nada a lo que quería contar.

jueves, 5 de agosto de 2010

Cognición de las razones

Entre tantas otras cosas, me di cuenta de vos. Columpiabas en la despreocupada etapa de la soledad. La soledad rica de los años que no regresan. En un punto sin nombre para mis días de aquel momento, me vi seducido por un orgullo indiferente, que mas tarde entendí que era tu esencia, necesaria en el lugar hoy ocupado para volver de mis viajes sin razón.
Danzabas de forma atractiva en lugares pasajeros en ese tiempo para mí, y hoy me sigo preguntando, si fue casual o algo me llevo a los momentos, que te busque y solo encontré el sol. Mostrándote solo en el lugar adecuado, de la mejor forma, la misma que me enamoro.
No fue el beso, ni tampoco la palabra. Fue la figura del paisaje aburrido, que resultaba único si vos estabas en el.
Puede si, que haya sido ese momento otro con falta de cordura. Donde vi lo que necesitaba o quería sin detenerme en los detalles. Pero lejos de deducir algún porque, hoy observo lo que nadie ve y descubro que mi locura es más cuerda que muchas razones.

Tren al no pensar



Donde se encontraran las razones perdidas del contexto perfecto, y cual será la manera apropiada para terminar de una vez este precario escenario montado ante la falta de valor…
Las luces aún brillan en lo más alto, los aplausos se amplifican ante la propaganda, mientras unos pocos quedan padeciendo las calles, las calles elegidas para la gloria interna de cada uno.
No significa nada ante los ojos de las personas (autodenominadas normales) el planteo de la verdad extraviada, perdiéndose los discursos con intenciones de salvación, en letras que forman párrafos, y escritos insuficientes para la complacencia de la ambición.
Las voces no tienen la misma pasión, como tampoco el peso de las versiones populares que recorren el mundo. Se ven envueltas en ataques críticos que solo tienen como fin la destrucción del ideal independiente.
No somas nada, porque no somos lo que venden. No valemos nada si no cotizamos en su bolsa creada en la base de la mentira. Es de ese modo que la condena cae sin objetividad y cargada de injusticia; simplemente por no vernos tentados a subir al tren del no pensar.