Por alguna razón las ausencias se hacen presente con la finalidad de generar una consecuencia donde si la casualidad lo permite, se puede llegar a entender una minima situación o las teorías irrefutables para el entendimiento.
Deseamos desmedidamente todo lo que de momento no tenemos, para luego arrojarlo al abismo de la nada cuando nos seduce el aburrimiento de los días.
Vamos intercalando las etapas para comprender el sentido de existir, el mismo sentido que una vez entendido no nos garantiza el goce. Pues hemos adoptado la costumbre de encontrar satisfacción en el deseo de lo imposible, siempre y cuando nunca lo obtengamos.
Si bien ya ha dejado de ser una molestia, no llegamos a deducir la formula divina de no sentirnos nada en el transcurso de dichos momentos.
Y ya hemos perdido los rostros deslumbrantes que nunca disfrutamos, debido a que colapsamos los tiempos establecidos intentado perfeccionar cada cosa que nos rodeaba.
Que suspiren los cadáveres del error, que la noche pierda la esperanza de dejar de ser, y que quienes bailan en el cielo comiencen a ser de verdad...
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