No existimos porque nos guste existir, no cantamos por fanatismo a nuestra voz, mucho menos caminado sin la necesidad de un lugar. Vamos mutando las emociones como también las movilizaciones, esas que nos implantan de forma extraña y espontánea las ganas de sentir o hacer los actos que realizamos, y hasta a veces no entendemos.
Paseamos por la quinta avenida, por el bulevar o por las calles perdidas de la gran ciudad; en busca de una manera que nos permita despegar los pies sobre la tierra mientras caminamos esos pasos cansados y sin ningún porque.
Ayer se nos ocurrió decirle a Cleopatra que los castillos luminosos son necesarios para la vida del rey, anoche meditamos marihuana con ganas de no querer entender la realidad. Hace un rato detuvimos el tiempo para poder bajar, y es este un instante clonado que se presenta como presente, será presente si nos permitimos aceptar.
Nuestra obra maestra esta jornada fue haber ideado un albun casi perfecto de los tantos funerales que atravesamos aquellos ayer. En cada uno de ellos encontré el no pequeño detalle de que en cada uno me vestí muy elegante, que ya no se si fueron funerales o una fiesta ideal.
Las personas dejen de ser cuando se visten con atuendo inapropiado, o repiten versiones del al lado que nunca llegaron a entender. Después de haber leído a platón le hacemos una oración a Google el nuevo dios, fumamos cigarrillos apagados porque no nos queremos hacer mas mal, y elegimos para dormir cualquier costado para que no se note la ausencia, porque hace tiempo hice tu ausencia mi esencia, hice de todo para estar hoy aquí. Y mientras tanto nos seguimos acercando al virreinato de la comunicación alejándonos de la normalidad, ideando nuestro propio y loco mundo sin razón.
Que suspiren los cadáveres del error, que la noche pierda la esperanza de dejar de ser, y que quienes bailan en el cielo comiencen a ser de verdad...
el vacio de una ciudad
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