el vacio de una ciudad

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ese es tal vez el lugar...

viernes, 23 de abril de 2010

El pecado de una conquista (simplemente una historia)




En días que no se conocen sus principios, en un momento agradable y extremadamente nuevo, Natanael juega con sus ganas de poder ser, o dicho de otra manera, juega con sus deseos de querer e intentar en cada cosa algo mejor de lo que el mismo consiguió la semana pasada.
Siendo el sueño despierto mucho más inspirador que las posibilidades del momento, Natanael vende sus ganas por diferentes lugares, trabaja aquí y allá dejando su mejor acto, con el único fin de poder mantener, y seguir construyendo sus esperanzas; esas mismas que tantas veces lo sacaron de los infiernos de la ciudad.
No es su costumbre, tampoco puede, ni quiere querer a muchos. Sus relaciones son algo limitadas, tal vez por vergüenza, o quizás por una falta de desinterés a lo comen. No obstante también “quiere”, también llora, y se permite sufrir. Es así que a esos pocos el los interpreta metafóricamente para poder entenderlos de la mejor manera posible. ¿Pero que hacer ante la indecisión de algunos, la confusión o envidia de otros tantos?
Su hermana Belén, su única hermana, ocupa el cielo de sus valores. Ella es para Natanael el motor que pone en funcionamiento sus emociones, sus sentimientos más sinceros; pero también resulta ser su mayor dolor.
Belén, bien hablada y de extrema simpatía, ha padecido los engaños y la experiencia de las malas elecciones de vida. Con su sonrisa encantadora, debilidad para su hermano, quiebra todo proyecto de superación que este tenga. Mientras que el reza por ella cada noche en su habitación frívola y solitaria.
Solo quiere Natanael posar en las glorias del objetivo impuesto por su exigencia, mientras que su hermana utiliza de forma perfecta el afecto de este para la manipulación. Cada vez que el habla para despedir de su boca logros y metas futuras, ella solo sabe, de manera inteligente, narran una historia que influya en su hermano, y así desmoronar sus expectativas.
Belén reniega de su vida de forma muy sutil, con el único fin de generar en el corazón sensible de Natanael, la sensación de culpa. Culpa por proyectar ideas y tener metas, mientras ella queda encerrada en los días y en el tiempo sin razón para vivir.
Es así, que el pecho de Natanael se desgarra ante cada logro que obtiene debido a que no puede hacer nada para que ese logro también alegre a su hermana. De esa forma sufre, de esa forma no llega nunca a disfrutar de su talento, porque Belén es sus ganas, su guía, y su vida.

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